martes, 31 de agosto de 2010

Los perros de caza para la becada.

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En principio puede servir cualquier perro de muestra que sepa parar bien y cobrar; aunque como en otras especies de caza, ciertas razas de perros son más apreciadas. El setter inglés es muy recomendable. Su pelaje claro, muy visible en bosque, su gran capacidad de captar vientos, su tesón en la búsqueda y valentía ante los espinos y zarzas, le confieren este reconocimiento como perro para la becada, entre otras muchas especies, ya que el setter inglés es un gran cazador.
El pointer o el braco son también buenos: el primero está dotado de un olfato incomparable, lo que le permite realizar muestras a gran distancia. El epagneul bretón, duro y valeroso en terreno de maleza, también tiene muchos adeptos, aunque es reprochable su falta de rapidez y menor finura en cuanto a los vientos que las razas inglesas.
Cualquiera que sea la raza elegida, el perro tendrá que ser obediente y saber cobrar. Su área de busqueda no ha de ser ni demasiado extensa, ni demasiado pequeña. También debe saber seguir a la pieza cuando apeona sin levantarla hasta que el cazador se ha pecibido de la situación.
Los buenos perros suelen llamar a sus dueños con cortos y ligeros ladridos para que se de cuenta de la muestra. Otros le dan la vuelta a la becada para levantarla en dirección del cazador.

lunes, 30 de agosto de 2010

La migración

La becada está catalogada como migratoria de corto recorrido ya que su límite meridional de invernada no rebasa la franja presahariana. Presenta además un patrón sobresaltante, las poblaciones más norteñas invernan más al sur que las centroeuropeas, y también se ha descrito cierta variación latitudinal puesto que las poblaciones noroccidentales tienen zonas de invernada localizadas más al oeste que las nororientales.
La migración postnupcial comienza a detectarse en la Península a finales de octubre y finaliza en la segunda mitad de diciembre. A partir de esas fechas se considera período de invernada estricto. Durante este período migratorio se presentan dos picos de abundancia, el primero en la segunda quincena de noviembre correspondiente a las becadas de largo recorrido y formado por las poblaciones más norteñas, el segundo en el mes de diciembre, compuesto por las migratorias de origen centroeuropeo de corto recorrido. 

La migración postnupcial se desarrolla en frente amplio siendo los ejemplares jóvenes y las hembras los primeros en comenzar. El viaje es nocturno, individual o en pequeños grupos de menos de diez ejemplares y con velocidades medias de 80-90 km/día, realizando en el proceso paradas intermitentes de varios días seguidas de desplazamientos nocturnos de unos 400 km.
En el caso de la migración prenupcial, en la Península se ha establecido desde la segunda mitad de febrero y el mes de marzo, y son los machos los que inician antes el viaje de regreso, además, es más rápida que la postnupcial.
Hasta la fecha, el estudio de la migración de la becada se ha podido completar gracias a la información proveniente de la recuperación de aves anilladas (2.804 recuperaciones en la base de datos EURING) y a la caracterización de la extracción cinegética (6.000 becadas controladas por el CCB). En la actualidad se han realizado y continúan ejecutándose estudios que utilizan técnicas más modernas y novedosas como son los marcadores genéticos y el reciente estudio del CCB basado en el análisis de las concentraciones de isótopos de hidrógeno, en concreto deuterio, en sus plumas.
Finalmente, destacar un último aspecto de la fenología de la becada: el anillamiento científico ha demostrado que la scolopax rusticola en sus migraciones presenta una importante fidelidad tanto por su lugar de nacimiento como por la zona de invernada. Aspecto éste sobre el que el CCB pretende arrojar más luz mediante el presente proyecto.

Oilagorra

Para ser cazador de becadas no hace falta ser un atleta y mucho menos disponer de perros superclase avalados por pedigríes de canes ganadores en los campeonatos de San Apapucio Bendito.


Para cazar becadas tampoco hay que ser campeón de caza, aun cuando estos últimos merecen todos mis respetos por cazar un ave silvestre en su medio sin dar lugar a cambalaches. Para ser cazador de becadas hace falta sentir y obedecer la llamada del monte en todo su esplendor. Jamás será un cazador de becadas quien no ame al monte en todas y cada una de sus vertientes. Jamás cazará becadas quien no ame profundamente a los perros. Y lo más importante, la becada se puede cazar con éxito a cualquier edad y hasta con gastada salud. El cazador de becadas no es un sujeto que se dedica exclusivamente a cazar becadas. Un cazador de becadas es un buen cazador que empezó a ir tras de ellas desde su más tierna infancia y seguirá siguiéndolas hasta el día antes de su muerte. Y a pesar de ello, todos y cada uno de sus lances venatorios le parecerán distintos, conmovedores, ilustrativos, maravillosos, enriquecedores, únicos e íntimos, muy íntimos, motivos todos ellos por los que dará gracias a Dios por permitirle gozar de ellos.
La taxonomía de la becada es la siguiente: Clase: Aves. Orden: Charadriiformes. Familia: Scolopacidae. Subfamilia: Scolopacinae. Género: Scolopax. Especie: Scolopax Rusticola. De la becada se han acuñado muchos tópicos que poco o nada tienen que ver con la realidad. Puedo afirmar que la caza de becadas en el monte tiene mucho que ver con la caza de codornices en los rastrojos. El cazador de codornices es un cazador solitario que camina despacio observando el terreno sin quitar la vista de sus canes, permitiéndoles alargarse en función de la hora del día y de dónde cace. Al principio, la codorniz aguanta muestras. Luego se corre y vuelve locos a los canes. En muchas ocasiones, la codorniz se levanta antes de que llegue el perro. Pues bien, la becada hace lo mismo, pero al hacerlo en el monte no tenemos la misma visión del terreno que en los rastrojos y encima hay que añadir la dificultad del tiro por el arbolado.

DÓNDE ESTÁN
Para cazar becadas hay que tener muy en cuenta la meteorología de todo el año en general y la de los días anteriores al de la caza en particular. Es la única manera de conocer de antemano dónde estará el alimento de la becada y de paso conocer dónde se albergará. Todo ello sin perder de vista las praderas tradicionales de pasto y los claros del monte.